La decisión de Daniel Noboa de entrar a la fuerza a la Embajada de México fue arriesgada y hasta extrema. Reconozco que me encanta ver a Jorge Glass en La Roca y también me encanta saber que el Presidente de este país está cansado, al igual que yo, de ver tanta impunidad y está dispuesto a actuar. Si Noboa no decidía atrapar a Glass, de la forma que lo hizo, muy probablemente a estas alturas Glass estaría en México libre, festejando y burlándose de todos nosotros como tantos otros.
Ahora, una cosa es que un ciudadano como yo se deje llevar por la calentura del momento o por la emoción y aplauda una decisión como esta y otra es que el Presidente no haya analizado lo suficiente las posibles consecuencias en el largo plazo, que lógicamente aún no las vemos. Habiendo expuesto mi postura al respecto, a continuación, quisiera detallarles 2 reflexiones puntuales de estos sucesos:
Rafael Correa es un desgraciado:
A este señor no le alcanza con habernos dejado en la ruina como país, divididos y viviendo las consecuencias del narcotráfico e inseguridad por culpa de sus decisiones, sino que ahora promueve que haya sanciones contra el Ecuador. Todo esto demuestra lo que es: un miserable.
Noboa, fortalecido a la interna pero debilitado a la externa:
De cara a la Consulta Popular del 21 de abril, pienso que Noboa viene fortalecido. Los ecuatorianos estamos hartos de no ver resultados y la imagen de Glass en la cárcel, ayuda a palpar que la lucha contra la corrupción es una prioridad. Sin embargo, el problema creo que viene después en la gobernabilidad y con el entorno internacional al ver que la mayoría de países han rechazado la invasión a la embajada.