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China completa su “Gran Muralla Verde”, pero persisten dudas sobre su efectividad

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Por Redacción OnData

Resumen. China completó un tramo clave de la «Gran Muralla Verde», un proyecto iniciado en 1978 para frenar la desertificación del Taklamakan mediante reforestación. Aunque se destacan avances, expertos atribuyen más impacto al aumento de lluvias y advierten sobre problemas de sostenibilidad, como especies inadecuadas y uso excesivo de agua.

El desierto de Taklamakan en la región de Xinjiang, China, ha sido una amenaza histórica, sepultando ciudades y causando problemas como la destrucción de cultivos, la obstrucción de carreteras y tormentas de arena que llegan hasta Pekín. Para mitigar estos efectos, China lleva décadas plantando un cinturón vegetal alrededor del desierto, de 3,000 km de longitud y más de 1 km de ancho en algunos tramos. Este año se completó el último segmento en el condado de Yutian, y las autoridades aseguran que el desierto está “cerrado”.

Este esfuerzo es parte del Programa de Cinturón Protector de las Tres Regiones del Norte, lanzado en 1978 para combatir la desertificación causada por la deforestación y el sobrepastoreo. El programa, que busca formar una «Gran Muralla Verde inquebrantable», está programado para completarse en 2050, abarcando vastas áreas áridas del norte de China.

China asegura que su proyecto de reforestación ha sido exitoso, aumentando la cobertura arbórea en el norte árido del país del 5% al 14% desde su inicio y protegiendo 23 millones de hectáreas de tierras agrícolas. Además, la superficie desértica ha disminuido ligeramente: hace una década ocupaba el 27.2% del territorio, ahora es el 26.8%. Sin embargo, expertos señalan que el aumento de lluvias en el norte ha contribuido tanto como, o incluso más que, los esfuerzos humanos. Se estima que la reforestación ha sido responsable solo de la mitad de la reducción de los desiertos.

Críticas al proyecto apuntan a su sostenibilidad, ya que en el pasado se plantaron árboles inadecuados para climas áridos o en densidades que agotaron las reservas de agua subterránea, agravando la desertificación. También ha causado conflictos con agricultores que no pueden usar ciertas tierras para cultivos rentables, como ocurrió en Gansu en 2017.

En años recientes, las autoridades han mejorado el enfoque, adaptando las especies a los ecosistemas locales e incorporando árboles frutales como dátiles y nogales para beneficiar a los agricultores. Sin embargo, el presidente Xi Jinping ha advertido que frenar la desertificación sigue siendo una tarea “ardua e incierta”, comparándola con “empujar una piedra cuesta arriba”, especialmente tras un aumento reciente en las tormentas de arena en Pekín.

📌Fuente: The Economist.