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El arma perfecta para trolls y haters se llama Grok

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Por Juan Esteban Portilla

No sé si ya has visto cómo funciona Grok, la Inteligencia Artificial (IA) desarrollada por xAI de Elon Musk, pero más que democratizar la conversación, está sembrando caos. En X (antes Twitter), entre ayer y hoy, vi cómo políticos y medios la usan para validar sus posturas y cómo se forma una guerra de preguntas y respuestas que, lejos de aclarar, confunden más.

Para que se entienda, en X, un usuario le pregunta algo a Grok en un Tweet y la respuesta es pública y cualquiera puede interpretarla o rebatirla como quiera. Además, puedes preguntarle de distintas formas hasta que diga lo que tú buscas. Esto no solo es peligroso, sino que puede llegar a ser caótico.

Grok, a pesar de los intentos por hacerlo menos tóxico, mantiene un tono irreverente. Responde con sarcasmo, entiende la ironía y juega en el mismo código de X. No es coincidencia. Las IA reflejan el entorno en el que fueron entrenadas y Grok es un espejo de X: sesgada, ruidosa y polarizante. Elon Musk lo sabe, pero igual avanza. Fue él quien advirtió que la IA podía causar el fin del mundo y pidió una pausa global para regularla. Hoy parece olvidar sus propias palabras.

En este escenario, cualquier cuenta (persona o troll), puede jugar a ser influyente, construir verdades alternativas o destruir reputaciones. El modelo de verificación pagado solo facilita que actores malintencionados operen con apariencia de autoridad.

Solo bastan unos haters organizados para preguntarle a Grok si una figura pública o empresa contamina, evade impuestos o explota empleados. Si la IA lo insinúa, aunque no sea cierto, la narrativa ya está sembrada y el daño, estará hecho.

En un mundo donde las IA ganan protagonismo, el verdadero firewall será humano. Las soft skills como el pensamiento crítico, la empatía o las habilidades comunicacionales, son la única defensa real contra una inteligencia que, sin guía ética, solo amplifica el ruido.