Resumen. La Amazonía enfrenta un “punto de no retorno” por deforestación (17% actual). Si se pierde entre 20-25%, el ecosistema cambiará irreversiblemente, afectando agua, energía en América del Sur y agravando el cambio climático.
Latinoamérica enfrenta graves problemas ecológicos. Según el informe Planeta Vivo de WWF, las poblaciones de vida silvestre en la región disminuyeron un 93 % entre 1970 y 2020, evaluando 5.495 especies. La reducción se debe a actividades humanas, como emisiones de carbono, especies invasoras y la deforestación de la Amazonía, que pone en riesgo a países como Ecuador. La destrucción de entre el 20 y 25 % de la Amazonía llevaría al ecosistema a un “punto de no retorno” con impactos globales.
Un hombre camina sobre la arena en la ribera del río Solimões, en la zona de Manacapuru, Amazonas (Brasil). El río Negro, uno de los principales afluentes del Amazonas, alcanzó niveles mínimos históricos el pasado 10 de octubre. EFE/Raphael Alves Foto: EFE
Un punto de inflexión es un umbral crítico para un ecosistema. Imaginemos una pelota en una U: normalmente, tras un movimiento, vuelve a su posición inicial. Pero, si el ecosistema se debilita y es impactado por amenazas, la «pelota» podría superar esa cima y caer en otro estado irreversible.
Para la Amazonía, la deforestación y el cambio climático son principales amenazas que podrían transformarla en un ecosistema degradado, como una sabana. Esto afectaría a 47 millones de personas en la región, alteraría el clima y liberaría toneladas de carbono, imposibilitando la meta de limitar el calentamiento global a 1.5 °C. La industria alimentaria, especialmente palma aceitera y ganadería, contribuye a la deforestación en Ecuador. Además, los glaciares ecuatorianos, como el Carihuairazo, están en peligro de perderse de forma irreversible.